Violencia extrema de México es sed de justicia de transición

  • La doctora Mónica Serrato impartió conferencia en CUT Universidad

Tijuana, B. C., a 19 de marzo de 2022.- La violencia extrema que se vive en México “es una clara sed de justicia de transición”, enfatizó la doctora Mónica Serrano Cerrato, profesora-investigadora del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México, al precisar que detrás de esa violencia está la impunidad.

En la conferencia, la académica e investigadora mexicana dijo que falta por establecer que esta “sed de justicia” debe incluir a los diferentes grupos que empujan esta demanda como las familias de las víctimas, las madres que buscan de manera desesperada a sus desaparecidos, organizaciones y activistas de derechos humanos y agrupaciones internacionales.

Mónica Serrano es doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad de Oxford, asistió como invitada especial al espacio de Vida Universitaria con estudiantes y docentes de las Licenciaturas en Ciencias Forenses y en Derecho del Campus Altamira del CUT, así como alumnos y maestros del Campus Oriente de Tijuana, a través de una conexión virtual mediante la plataforma de Zoom.

La conferencia fue impartida en modalidad presencial en el Salón de Usos Múltiples del Campus Altamira, contó con la asistencia del Rector, maestro Jesús Ruiz Barraza, acompañado de la Vicerrectora, maestra Yeni Marmolejo Mariscal, la Coordinadora Académica de las carreras mencionadas, maestra Dorty Guadalupe García Cárdenas, así como del doctor José María Ramos García, Profesor-Investigador de El Colegio de la Frontera Norte.

Detrás de toda esta violencia esta la impunidad sostuvo Mónica Serrano al señalar que esta impunidad se debe abatir por la vía judicial, mediante un sistema de justicia fortalecido que permita acabar con los escenarios de violencia compleja. “Si abatimos la impunidad abatimos también con buena parte del problema y recuperamos la paz, recuperamos las bases para una consolidación democrática”, señaló la investigadora de Colmex.

Al iniciar su ponencia, la académica planteó un panorama de qué es, cómo surge y evoluciona la propuesta de justicia de transición, aunque dejó en claro que lo que se requiere es una agenda de compromisos reales que dé solución inminente de más de dos décadas de violencia extrema en México.

“Creo yo que es importante entender que la justicia de transición es un proyecto que evoluciona en el tiempo y se transforman las expectativas que traen consigo”, expuso Mónica Serrano tras precisar que la realidad mexicana es también cambiante y plantea retos complicados para la justicia transicional que, en un momento dado, pudiera representar una respuesta “al largo túnel de violencia y de obscuridad”.

Explicó que el enfoque de justicia transicional emergió en los últimos años del siglo pasado como resultado de la ola democratizadora en América Latina y Europa Oriental. Se trató de una respuesta a la demanda de justicia en regímenes que transitaron de dictaduras a democracias y en países con conflictos armados internos.

Sus bases y principios se exportaron a otros contextos críticos donde existe una falla generalizada del Estado de derecho y no existen condiciones técnicas o políticas para hacerles frente. La justicia transicional propone crear mecanismos extraordinarios capaces de enfrentar estos fenómenos de violencia a gran escala.

Estos mecanismos de justicia transicional pueden ser judiciales o extrajudiciales ya que abarcan el enjuiciamiento, la atribución de responsabilidades, la búsqueda de la verdad, las medidas de reparación del daño, mecanismos internacionales de justicia, así como reformas institucionales y cambios socioculturales para evitar la repetición de los hechos similares.

En la actualidad la justicia transicional se aplica en situaciones de conflicto, fragilidad estatal, e incluso, en democracias consolidadas cuando ciertos sectores de la población han sufrido opresión y agresiones sistemáticas. Su postura central es la reivindicación de los derechos de las víctimas, hacer posible la justicia, la verdad y la memoria, la reparación y la no repetición.

La investigadora de El Colegio de México dijo que en México, la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa fue el momento de toma de conciencia, aunque -aclaró- se sabe que no fue el primero ni el último caso de violaciones graves a los derechos humanos, es el suceso de toma de conciencia colectiva de una realidad que acontece en el país y ante la cual el pueblo mexicano ya no puede mantener los ojos cerrados.

Recordó el asesinato del activista Arturo Hernández Cardona, en 2013 en Iguala, Guerrero, según testimonio de quienes lograron escapar por órdenes del propio alcalde. Es un ejemplo más de los innumerables casos de violencia, desapariciones y asesinatos impunes o de violaciones graves a los derechos humanos en los que las autoridades no reaccionan.

En cuanto a las cifras que proporcionó la doctora Mónica Serrano, señalan que desde el sexenio del Presidente Felipe Calderón se tienen 370 mil homicidios acumulados, 90 mil tan sólo en los tres años de administración de Andrés Manuel López Obrador. Entre 2006 y 2021 hubo casi 90 mil desaparecidos; más de 4 mil 800 fosas, muchas de ellas ya conocidas y registradas oficialmente por la Comisión Nacional de Búsquedas. Y más de 350 mil personas desplazadas de sus hogares.

Ante este grado de violencia, personalidades mexicanas de alto nivel han planteado duros señalamientos tal ha sido el caso del historiador Miguel León Padilla, en 2011, el poeta Hugo Gutiérrez Vega y el escultor oaxaqueño Francisco Toledo, en 2014; el pintor Sergio Hernández, en 2015, y el escritor Fernando del Paso, Premio Cervantes, en 2016. Cada uno de ellos, a través de sus muestras artísticas, han dado testimonio del grado de violencia que vive México.

“La realidad de la violencia que acontece en México no es exclusivamente del Estado, pero es también una violencia donde el Estado (participa) en colusión con actores criminales”, aseveró la doctora Serrano al enfatizar en los últimos años, el Presidente López Obrador gracias a la política de “abrazos, no balazos” se tiene evidencia clara de que “está violencia tiene un gran motor de actores criminales no estatales y este motor está íntimamente asociado a la vecindad de México con el mayor consumidor de drogas y con el mercado laxo de armas”, finalizó.