La realidad como eje transformador en la educación contemporánea
- Reflexiones críticas desde la Nueva Escuela Mexicana y la formación docente
Tijuana, B. C., a 09 de octubre de 2025.- Con la participación de destacados especialistas en educación, se llevó a cabo la Mesa de Debate «La realidad concreta como referente de la educación», un espacio de reflexión crítica que reunió a Teresa Elizabeth Ordaz Muñoz, Antonio Jiménez Luna, Carlos Adrián Avalos Renovato y, como moderador, José Luis Espinoza Rondero.
Desde el inicio, el moderador José Luis Espinoza planteó el objetivo central del encuentro: provocar el análisis y la discusión en torno a cómo se concibe y se aborda la realidad dentro del ámbito educativo, especialmente desde la perspectiva de la Nueva Escuela Mexicana, la investigación educativa y la formación docente.
“La finalidad es generar la provocación, la reflexión, el análisis. Si hay divergencia, qué mejor, claro, de manera respetuosa”, expresó el moderador al tiempo en el que planteó la primera pregunta que abrió el diálogo: ¿Qué entendemos por realidad en el ámbito de la educación?
Las respuestas de los panelistas marcaron el tono profundo y diverso del debate. Al tomar la palabra Antonio Jiménez señaló que la realidad es “algo tangible, observable”, pero que su interpretación está mediada por los “lentes de color” con los que se observa. Subrayó que la realidad no es homogénea ni estática, sino una construcción subjetiva en constante evolución, lo que puede llevar a diagnósticos erróneos si no se reconoce esa diversidad de miradas.
Por su parte, la doctora Teresa Ordaz abordó el concepto desde una óptica pedagógica, destacando que la realidad debe ser colaborativa y socializada. “Desde el ámbito pedagógico, el que sabe, comparte”, afirmó, haciendo énfasis en la importancia de incluir a todos los actores del proceso educativo: estudiantes, docentes y familias.
Carlos Avalos, desde la perspectiva de la formación docente, añadió que los “lentes” con los que se observa la realidad ya vienen determinados por el enfoque humanista del currículo vigente. Señaló que los futuros docentes deben aprender a leer la realidad concreta de la escuela, entendiendo los contextos y desafíos que enfrentan sus estudiantes.
El moderador retomó las ideas compartidas y planteó una segunda pregunta clave: ¿Qué podemos hacer en la educación para comprender o leer esta realidad?
Las respuestas coincidieron en la necesidad de enfrentar dos grandes retos. Por un lado, la deconstrucción personal e ideológica, como lo mencionó el doctor Jiménez Luna, quien invitó a los docentes a cuestionar sus propias comodidades y experiencias para entender mejor las realidades ajenas. “No es lo mismo llegar a dar clase en tu carro que en lancha”, ejemplificó. Y, por otra parte, la conciencia de los procesos que nos atraviesan, reconociendo que las vivencias personales influyen en la forma en que se percibe y se actúa frente a la realidad educativa.
Uno de los momentos más profundos del debate surgió al abordar la necesidad de mirar la realidad desde la experiencia del otro. Se destacó que es desde “la otra edad”, desde una mirada interseccional, que se pueden reconocer realidades que no han sido vividas personalmente. Esta perspectiva exige romper con la sedimentación ideológica que limita la comprensión del mundo y de los contextos diversos.
“Yo no puedo pensar qué tan importante es que el estudiante trans tenga el cabello largo, porque yo no soy trans”, se expresó con contundencia, subrayando que para comprender realidades ajenas es necesario cuestionar los propios privilegios.
También se abordó el tema de la migración como ejemplo de cómo la experiencia transforma la interpretación de la realidad: “En Frontera hablamos un montón de migración, pero ¿quiénes de nosotros hemos vivido procesos migratorios?”
Para los estudiantes de educación, se hizo un llamado a desarrollar habilidades y competencias, especialmente el pensamiento crítico, que permita cuestionar el entorno y comprender que “no soy solamente yo en este ecosistema”. Se enfatizó la importancia de leer, conocer otras realidades a través de narraciones y textos, y fomentar una cultura de integración y sana convivencia desde la formación inicial.
A los docentes en servicio se les invitó a dar lo que se pide, a comprometerse con el servicio educativo desde cualquier trinchera, pública o privada, y a fomentar la actualización constante. Se destacó la necesidad de conocer el modelo educativo vigente y los anteriores, para rescatar estrategias útiles y no ver los cambios como limitantes.
Uno de los conceptos más profundos abordados fue el de comunidad, entendida como una identidad compartida, una red de relaciones y un espacio de respeto mutuo. Se planteó que la comunidad no puede existir sin una ética basada en principios de convivencia y respeto al otro. “Ser para el otro” fue una de las frases que sintetiza esta visión, en la que se abandona el subjetivismo para emprender una comprensión colectiva.
Se destacó que la comunidad no se construye desde la segmentación de tareas, sino desde la integración de esfuerzos. “Todavía consideramos el equipo como tú haces esto y yo hago esto, pero no conjugamos qué podemos hacer”, se dijo, señalando que la comunidad requiere una transformación profunda en la forma de relacionarse y colaborar.
José Luis Espinoza retomó conceptos clave como la otredad, la descolonización del pensamiento y la reflexión de la praxis docente, enlazando con los desafíos que enfrentan los docentes para integrar problemas reales del contexto en el currículo. Se cuestionó cómo incorporar contenidos de carácter local, regional, nacional e internacional en la planeación didáctica.
Uno de los retos más señalados fue el de romper la segmentación por áreas de estudio y aprender a articular los contenidos de manera integral. Se mencionó que muchos docentes fueron formados bajo esquemas fragmentados, lo que dificulta la integración de la realidad en los procesos formativos.
Se compartió un ejemplo concreto: la dificultad de enseñar la materia de estilos de vida saludables cuando el docente no ha desarrollado hábitos de autocuidado. “¿Qué voy a hacer yo dando estilos de vida saludables si nunca me he cuidado?”, se dijo, evidenciando la desconexión entre la realidad personal y la planeación curricular.
Al finalizar el debate, la maestra María del Rosario Armenta Ruíz, coordinadora operativa de la Licenciatura en Ciencias de la Educación, agradeció a los ponentes y al moderador por su participación en el Congreso Regional de Educación y Pedagogía, destacando que sus ideas, opiniones y aportaciones son de gran consideración en la formación integral de los estudiantes de la Universidad de Tijuana.